Nueva Zelanda sigue siendo un país
pobremente explorado en relación a la malacología,
especialmente la Isla Sur. Por lo tanto “me invite”
a visitar a nuestro amigo Andrew Grebneff en Dunedin para colectar
algunas conchas. Andrew siempre me decía que no había
en su área suficientes conchas para que valiera la pena
realizar un viaje allá; ¡Ahora pienso que ha cambiado
de idea después de que Carlos Henckes y yo colectamos tantas
hermosas conchas con él!
En el aeropuerto vimos muchas advertencias
respecto a traer al país frutas, semillas, productos animales
e incluso conchas. Este fue mi tercer viaje a Nueva Zelanda, por
lo tanto sabía que tenía que declarar las conchas
que llevábamos para Andrew – algunas marinas y unas
pocas terrestres. Bien, después de convencerlos de que
el único gastrópodo marino listado en los apéndices
CITES era el Strombus gigas (Los cuales no podían caber
dentro del pequeño envase plástico…), ellos
decidieron que teníamos que dejar 8 caracoles terrestres
para ser “fumigados” para evitar la contaminación.
Traté de explicar que nosotros
los habíamos limpiado apropiadamente con blanqueador y
que no quedaba nada del animal dentro, pero los tomaron de todos
modos y Andrew iría por ellas más tarde (No sé
si tuvo éxito). Cuando vaya a Nueva Zelanda ¡Declare
todas las conchas!.
Por supuesto que hacía mucho
frío, aunque en marzo el invierno que se acercaba todavía
estaba lejos (recuerden, hemisferio sur…), y como no estaba
en mis planes congelarme no nos zambullimos y colectamos solamente
conchas de bajamar. También obtuvimos algo de material
de arrastre incluyendo hermosas Chlamys delicatula, dichroa y
dieffenbachi; algunos grandes Buccinidae y otras conchas. La variedad
en bajamar fue grande ¡Hermosas patelas y tróquidos!
Andrew nos llevó a algunas playas próximas donde
encontramos algo de material, particularmente porque las mareas
eran muy buenas. Muchas de esas playas aún permanecen desiertas
y por lo tanto podíamos arrastrarnos sobre las rocas buscando
conchas y gritar después de cada hallazgo sin temor a que
alguien llamara un ambulancia para llevarnos a un asilo.
El viento era bastante frío,
9°C en la mañana, ¡Sentido especialmente viniendo
de San Pablo donde estábamos a 30°C! Andrew condujo
algunos minutos y llegamos a esta hermosa playa rocosa. Subimos
sobre las rocas durante la marea baja y no fue difícil
porque había bastante espacio para mantener los piés
secos ¡Pero cuando vino la marea tuvimos que saltar de una
roca a otra, una muy difícil tarea cuando se lleva aparejos
de colecta, conchas, cámaras digitales y chaquetas, y no
se quiere caer en el agua helada! ¡También estamos
hablando de rocas volcánicas afiladas como hojas de afeitar
– Carlos y yo teníamos algunos cortes en las manos
pero conseguimos no mojarnos!
Una tarde, Andrew nos llevó
a colectar caracoles terrestres en las Colinas alrededor de la
ciudad. ¿Mencioné que odio colectar caracoles terrestres?
Bien, cuando usted pase horas en la selva y regrese con 4 ó
5 mini, micro, insignificantes (Está bien, suficientes
adjetivos) caracolitos, usted entenderá por qué.
Esta fue una de esas temporadas, encontramos algunos Charopidae
bajo piezas de troncos podridos y dejamos el lugar antes que se
nos congelen los dedos y mientras aún nos quedaba algo
de sangre en nuestros cuerpos luego de que los mosquitos succionaran
la mayor parte de ella.
No solamente fue grande la colecta
(Esto es, marina…), el paisaje era impresionante. Enormes
acantilados, playas desiertas y limpias, ¡Un lugar muy civilizado!
Al mismo tiempo tenía su lado campestre: Cuando subíamos
una colina tuvimos que dejar pasar un rebaño de ovejas
dirigidas por su pastor y sus perros. ¡Muy bucólico!
El ultimo día de nuestro
viaje, visitamos el museo de Otago. Un lugar muy agradable, con
muchas actividades interactivas (No ví una sola advertencia
de “No tocar”). En la sección de antropología,
encontramos varios artefactos hechos con conchas, provenientes
de las islas de Cook, las cuales serán nuestra próxima
parada. Pero eso tendrá que leerlo usted en mi próximo
artículo…
traducido por Federico
Gutiérrez-Aliaga
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