Isla Rosario, Colombia por
Marcus Coltro |
Nosotros recibimos constantemente conchas
de Colombia, pero yo tenía la curiosidad de ver qué
conchas podía encontrar por mí mismo allá.
Tony McCleery iba a pasar algunos días en el área
de Cartagena y me invitó a un viaje más que acepté
gustosamente. Llegué a Cartagena por la tarde y me reuní
allí con Tony. Nuestro destino era Isla Rosario, un pequeño
grupo de islas situado a unas pocas millas al sur de Cartagena.
Comenzamos nuestro viaje la mañana siguiente, dragamos a
35 – 40 metros en el camino y colectamos un hermoso Typhis
bullisi, algunos bellos bivalvos y adicionalmente algunas Marginellas
para Tony.
El clima no estaba muy bueno, llovía
y había mucho viento. Algunos minutos después de
anclar, un barco guardacostas vino para alertarnos que tuviéramos
cuidado con nuestro equipo de buceo y nuestro bote, porque habían
varios reportes de robos en la región; no prestaron mayor
atención a nuestros documentos pero de todos modos Tony
se los mostró. Ellos estaban con chalecos a prueba de balas
y bien armados, creo que para poder enfrentar a los ladrones de
la región.
Después del almuerzo, salté
al agua e hice una inmersión poco profunda, el agua estaba
turbia y no muy aparente. Después de voltear algunos corales
muertos encontré unas cuantas conchas como Cypraea zebra,
Caribachlamys imbricata, Pinna carnea y algunos pequeños
bivalvos. Por la noche discutimos sobre bases de datos y otros
temas de computación, y nos servimos una ligera comida
con agradable cerveza helada.
En la mañana siguiente buceamos
juntos en un arrecife afuera de la isla, pero no encontramos muchas
cosas allí. Nos movimos hacia otra isla, próxima
al acuario público que atrae muchos turistas desde Cartagena.
Otra vez el agua turbia, probablemente debido a las lluvias y
las fuertes corrientes. Estuve cerca de cuatro horas buceando,
la mayoría de corales estaba muerta y encontré pocas
conchas; pero cerca del final del buceo, encontré interesantes
conchas como un Latirus, coloridas Chlamys sentis, más
Cypraea zebra y una hermosa Cypraea cinerea.
De regreso al barco descansé
un poco y tuvimos una cena agradable. La vida en un bote es un
poco diferente a la de casa (Muy mal, ¡Tony no ha instalado
cable aún!) y como terminamos muy cansados de noche, nos
retiramos a dormir a las 8:00 pm. Y despertamos temprano por la
mañana (Tony se despertaba realmente temprano, alrededor
de las 5:00 a.m.)
Después de un breve desayuno
trabajábamos usualmente un poco en la computadora y luego
iba a bucear hasta la hora del almuerzo. Después de almorzar
tomaba una siesta y regresaba al agua hasta cerca de las 4:00
p.m., usaba la computadora y cenaba. Esa noche tuvimos otra tormenta
con fuertes vientos, yo podía oír el ancla haciendo
ruidos al arrastrarse por el fondo y teníamos que verificar
nuestra posición de rato en rato para asegurarnos de que
no éramos arrastrados hacia los arrecifes de coral.
Al amanecer, movimos la embarcación
de modo que pudiéramos poner una segunda ancla en un lugar
más profundo para mayor seguridad. Después de que
lo hicimos fui del bote a una ubicación más distante.
Para mi sorpresa el agua estaba muy limpia; encontré algunas
grandes Lima scabra, Lima lima, pequeños túrridos,
más Cypraeas y Chlamys y ni rastro de algún Conus.
Me sumergí bajo la embarcación para asegurarme de
que todo estaba bien; la noche anterior habíamos anclado
en el tope de una elevación submarina cubierta con coral
muerto; fue una suerte haber colocado la segunda ancla pues la
primera había sido arrastrada creando un largo valle en
el arrecife coralino (Al menos no era coral vivo). La segunda
ancla estaba firmemente segura en fango a 20 metros, tuve la oportunidad
de ver por algunas conchas y dragar a mano algunos Nassarius y
otros pequeños bivalvos.
Esa noche estuvimos menos preocupados
porque el bote estaba más estable y los fuertes vientos
parecían haber terminado; al día siguiente dejamos
la bahía para tratar de dragar una vez más. El clima
estaba bueno - nada de viento ni lluvia – pero el mar no
y yo no estaba tan adaptado como creí; Tony trató
de hacer algunos dragados sin mi ayuda mientras yo me sentía
miserable en mi cama deseando estar buceando de nuevo. El dragado
no fue exitoso y regresamos a nuestra ubicación anterior,
cuando llegamos un pescador nos ofreció en venta algunos
cangrejos que preparamos para cenar; esos cangrejos son muy sabrosos
pero requieren mucho trabajo para remover la carne de la coraza.
Tony los cocinó y yo preparé la carne con salsa
y mayonesa para comerla con pan.
El buceo de la mañana siguiente
fue mejor de lo que yo esperaba: al voltear una piedra, ¡Un
enorme Conus granulatus apareció inesperadamente! Yo no
esperaba encontrar alguno en este viaje y tomé algunos
segundos para entender de lo que se trataba; aunque el caracol
estaba con un ermitaño, era uno de los más bellos
ejemplares que he visto jamás. Regresaba muy contento al
bote cuando noté al ver mi reloj de buceo que éste
había perdido la perilla; funcionaba bien, pero yo sé
que si el agua marina llega a entrar puede averiarlo en pocas
horas. Regresé al bote con sentimientos encontrados, por
el hallazgo del caracol y el estado de mi reloj; Tony se sorprendió
con mi hallazgo y se ofreció a abrir el reloj para dejarlo
secar pero no tenía las herramientas adecuadas, entonces
desistimos de la idea. Al parecer solamente ingresó un
poco de humedad en el reloj, y estuvo trabajando bien.
En los días subsiguientes
pude bucear en agua razonablemente limpia y encontré muchas
especies en cada lugar de buceo. Fue fascinante ver lo diferente
de cada lugar, considerando la proximidad de un lugar a otro,
variando desde ricos y coloridos arrecifes coralinos a lugares
feos y sin vida. La vida marina fue igualmente variable y tuve
la suerte de no encontrar muchos erizos de mar esta vez; en lugar
de eso encontré más especies de esponjas que en
cualquier otro lugar hasta ahora – todos los colores y formas
– la mayoría de ellas causaban dolor al tocarlas.
Tuve que usar dos guantes en cada mano para evitar ser picado,
pero como antes había usado un solo guante en mis primeras
inmersiones ambas manos me ardían, entumecidas y adoloridas
a la vez. Las heridas fueron el precio por no prestar atención
y bucear demasiado, pero al menos esta vez no tuve accidentes
con erizos de mar. Ví algunos grandes y venenosos peces
piedra y casi volteo uno pensando que era una piedra de verdad
pero me detuve a pocos centímetros; esos peces no temen
a la mayoría de criaturas y rara vez se mueven aunque sean
tocados – ellos tienen la certeza del poder de su veneno.
Regresamos al lugar donde llegamos
el primer día a las Islas del Rosario y salí con
el bote a un arrecife lejano, estaba poco profundo, alrededor
de un metro de profundidad y rodeado de aguas más profundas
las cuales intenté investigar. El coral en la pared estaba
totalmente muerto y cubierto por algas marrones, no había
conchas ni otros animales. Accidentalmente rompí un pedazo
de coral y ví como desaparecía en el agua profunda.
la visibilidad era malísima pero quise investigar de todas
maneras. Escuché algunos ruidos de barracudas haciendo
sonar sus dientes; por coincidencia habíamos estado hablando
de ellas la noche anterior y comentaba que no conocía a
nadie que hubiera sido atacado por barracudas, pero Tony conocía
unos pocos, incluyendo a un amigo que sufrió graves heridas
en sus manos; él estaba usando guantes amarillos que al
parecer pudieron causar el ataque. Yo no me preocupo tanto por
ellas, nado lenta y respetuosamente fuera de su alcance, principalmente
después de mi encuentro en Bahamas.
Esta vez hice lo mismo cuando noté una en las proximidades
y cubrí con cuidado mi reloj (La única cosa brillante
que podía llamar su atención que yo tenía)
y me desplacé al otro lado del arrecife – donde encontré
dos más. La corriente era francamente fuerte y como mi
compás no era confiable (Si, aún tengo el modelo
Mickey Mouse), emergí para verificar que tan lejos estaba
del bote; estaba como a 300 metros, y tuve que nadar en la superficie
contra la corriente con el chaleco compensador inflado, no me
podía arriesgar a ir bajo el agua y perderme si confiaba
en mi compás (Me he prometido comprar uno decente…)
Después de llegar al bote sin aliento, continué
buceando asegurándome de no alejarme mucho del lugar donde
el bote inflable estaba anclado.
Cuando regresé a la embarcación,
Tony me alcanzó otro tanque para que yo limpiara la hélice
como se lo había prometido (Debo haber perdido un kilo
ese día). Hice mi mejor esfuerzo hasta que ya no pude levantar
los brazos y quedé sin aliento, y cuando subí a
la embarcación un bote guardacostas se acercó para
una inspección. Esta vez subieron a bordo y preguntaron
por documentos, pero no entraron a la cabina para ver por drogas
o armas – talvez percibieron de que solamente éramos
un par de gringos locos buceando por diversión.
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Ese fue nuestro último día
en las Islas del Rosario antes de regresar a Cartagena. Mi objetivo
era dragar en nuestra ruta y en la bahía de Cartagena,
encontramos algunas bonitas conchas a 40 – 50 metros y Tony
sugirió cambiar la draga de acero convencional por una
rastra que él tenía guardada bajo unas compuertas
en la popa del barco; mientras él conducía el barco
yo fui por la rastra. Esas compuertas eran pesadas y eran accionadas
hidráulicamente, abrían fácilmente ¡Pero
cuando las cayeron sobre mi pierna! Pero… ¿Qué
gracia tiene regresar de un viaje de buceo sin heridas que mostrar?
¡Ay!.
Tony notó algo no estaba
funcionando bien en el mecanismo del timón, detuvo el barco
y abrió el cerrojo bajo su cama donde el mecanismo está,
y notó que un gran perno había caído y era
muy difícil volver a ponerlo en su lugar debido a lo apretado
del espacio disponible. Obviamente que él podía
fijarlo por si mismo, pero de todos modos le ofrecí mi
ayuda. Usando grandes herramientas pudimos mover el eje y pusimos
el perno en su lugar. La rastra funcionó bien, entramos
a la bahía de Cartagena e hicimos algunas pruebas allí.
Nada emocionante, excepto por dos pequeños Conus sp. que
fueron dragados justo al entrar a la bahía. Montones de
materia orgánica como hojas y otros materiales arrastrados
por las lluvias – un lugar muy fangoso.
Esa noche preparé una agradable
cena usando langostas congeladas que Tony tenía en su congelador
(Ver receta). Dormimos bien esa noche y muy temprano en la mañana
salimos para nuestros últimos dragados. A 30 metros subimos
a cubierta más bellos Typhis bullisi entre la vegetación
marina, pero nada de pequeñas Marginellas para Tony, por
lo tanto nos movimos a 90 metros de profundidad donde encontramos
hermosas Granulinas y otras pequeñas Marginellas, bellos
túrridos y otras conchas.
Yo tenía que estar muy temprano
en el aeropuerto, por lo tanto regresamos a la bahía para
empacar todas mis conchas y equipo de buceo. Esa noche no hubo
viento – lo cual no es bueno en un lugar protegido y sin
corrientes. El resultado fue que el barco se balanceó toda
la noche y se me hizo muy difícil poder dormir…
Tomé un taxi y me dirigí
derecho al aeropuerto, una vez allá tuve que esperar en
fila a que la policía pudiera inspeccionar mi equipaje
– ellos no se interesaron por las conchas pero registraron
cada bolsillo de ropa en busca de drogas – ¡Incluso
metieron un palito dentro de mi champú para asegurarse
que no llevaba droga oculta allí!. Después de viajar
todo el día llegué al aeropuerto de San Pablo luciendo
cansado como es usual ¡Pero viendo adelante mi próximo
viaje!
Gracias a Federico
Gutiérrez por la traducción
Langostas con arroz y crema
de maíz
Arroz
(Está bien, la mayoría de gente sabe cómo
cocinarlo… o bien puede usted comprar esos paquetes
precocidos).
En una olla mediana,
fría en mantequilla una pequeña porción
de cebolla en rodajas y un diente de ajo, luego agregue
media taza de arroz lavado y fría todo por unos segundos.
Vierta agua hasta cubrir todo con alrededor de dos dedos;
deje hervir y cuando esto ocurra, cubra la olla y baje la
temperatura, cocine hasta que el agua evapore (Tenga cuidado
de no quemar el preparado).
Langosta
Tome unas langostas
previamente cocidas (Basta hervirlas con sal por unos minutos),
remueva sus partes anteriores y lave retirando la parte
oscura cerca de la unión con la cola (A Tony le gusta,
a mí no…). Usando una tabla de cortar, corte
presionando con un cuchillo afilado sobre el dorso de la
cola para retirar el tubo digestivo que está a lo
largo de ella. Retire y corte la carne en pequeños
trozos; en una olla pequeña fría unas rodajas
de ajo en mantequilla y fría los trozos de langosta
hasta dorarlos – usted disfrutará de un gran
aroma cuando lo haga… remuévalos y reserve
la misma olla para preparar la crema de maíz (Eso
le dará un sabor extra).
Crema de maíz
Tome una lata grande
de maíz, ponga 2/3 de ella en el procesador y lícuelo.
Mezcle con el maíz restante y agregue una taza de
leche dentro de la olla que utilizó para freír
las langostas. Ponga al fuego hasta hervir y estará
listo para comer
Sirva con vino blanco |
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